La música es una de las expresiones más accesibles de la cultura inmaterial y por naturaleza es geográficamente variable. En toda clase de lugares se puede encontrar todo tipo de música. No obstante, ciertos tipos de música se concentran en distintas zonas de la periferia, lo cual puede atribuirse a los procesos concretos o generales relacionados con determinada zona de las afueras de la ciudad. En general, en todo el extrarradio se escucha música y suele ser señal de que la gente está trabajando.
Rock urbano: Tlanepantla
Una constante en las diversas escenas musicales de la ciudad es que en el norte, en zonas industriales como Tlanepantla y Ecatepec, les gusta el rock. El norte de la ciudad está en la ruta carretera hacia Estados Unidos. Siempre ha sido una zona industrial. La industria se suele construir a las afueras de la ciudad y el extrarradio poco a poco la va absorbiendo. Quizá el hecho de trabajar en una fábrica, con sus horarios estrictos, acciones repetitivas y limitada interacción social se presta para el rock. O bien el rock urbano se inspira en la aceleración de los motores de camión y el martilleo de la maquinaria. También cabe la posibilidad de que, a finales de los setenta y principios de los ochenta, la narrativa roquera del héroe de clase trabajadora haya convertido al norte en terreno fértil para el surgimiento del rock en zonas como Tlanepantla de Baz y Ecatepec.
Los héroes locales de Tlanepantla de Baz son una banda de rock llamada Bostik, su nombre proviene de una marca de pegamento. Cuando formaron la banda, todos los miembros trabajaban en la fábrica que producía este pegamento. Se les conoce por dar el grito de “¡Viva México!” en el palacio municipal de Tlanepantla durante el festejo de la Independencia de México, el 15 de septiembre. Su música recuerda a bandas británicas como Status Quo. Las canciones hablan sobre rebelión y las tragedias de la vida urbana. En sus conciertos se puede ver a los jóvenes inhalando pegamento, llevan la mano a la nariz como si se chuparan el dedo; los aromas a mariguana y químicos baratos invaden el aire.
Los conciertos giran en torno de varias bandas, y tienen más o menos el mismo programa: Tex Tex, Lira ‘N Rol, Charlie Montana, Sur 16, Leprosy, entre otros. Tocan en centros de convenciones, estadios pequeños y lugares al aire libre para un público extenso de jóvenes vestidos en mezclilla y playeras negras con los logos de las bandas. Lo opuesto a la estética se ve en todas partes: en la mezclilla sucia y desgastada y en los bailes improvisados. Estos conciertos son frecuentes en la periferia, a donde quiera que vayas se ven los carteles que anuncian a las mismas bandas, como un circo itinerante de rebeldía que recorre el círculo en torno a la megalópolis.
El origen extranjero del rock and roll y la noción de rebeldía contra la política y los valores clasemedieros mexicanos son una combinación peculiar en la que identidades, tanto nacionalistas como extranjeras, entran en conflicto. Pero es fácil entender por qué los jóvenes llenan los conciertos masivos, por qué llegan en grupos de distintas zonas de la ciudad para satisfacer su dosis mensual de comunidad.
Banda: Rodeo Texcoco
La música ranchera es el género del campo. Tiene un atractivo doble, primero para el migrante a la ciudad pues le recuerda a casa y segundo y quizá más importante, para la comunidad rural que la megalópolis se traga. En este último caso, la música refuerza el orgullo de la identidad rural cuando se le hace frente a la arremetida de la cultura urbana, a veces global. Pese a tener un aura más tradicional, la música banda fusiona varios estilos, artistas y bailes nuevos al mismo tiempo.
El objetivo de la música ranchera es bailarla en pareja con pasos y ritmos definidos. Como la mayoría de la música para bailar en pareja, los temas suelen ser románticos. Como las bandas son grandes y es más interesante bailar en pareja como parte de grupos grandes, como en las fiestas de pueblo, los lugares en donde estas bandas tocan deben ser grandes y orquestales, pues tocan hasta con veinte instrumentos. En el caso del Rodeo Texcoco, un lugar grande, cuadrado, con mesas de madera y balcones que dan a la pista de baile y al escenario, el nombre lo dice todo.
En el campo los valores son conservadores. Esto se refleja en la vestimenta y el comportamiento. El baile romántico invita a vestirse mejor y con mayor ostentación. Se ven botas, camisas y sombreros elegantes. Los músicos tocan en traje. Y en el campo, abatido por la pobreza, el éxito por sí mismo es épico. Cuando la música no es romántica, habla del migrante que cruza la frontera o de los narcotraficantes que la controlan.
Como uno esperaría de la música del campo, su alcance es muy nacional, aunque los intérpretes suelen ser bandas del norte del país. Las bandas que tocan en lugares como el Rodeo Texcoco suelen ser parte de un circuito nacional, o en el caso de los famosos Tigres del Norte, de uno norteamericano.
Sonideros: Peñón de los Baños
Otra clase de evento musical común en la periferia son los llamados sonideros, los dj con equipo de sonido. Suelen tocar en fiestas de barrio, de las delegaciones o en eventos como el aniversario de un mercado. Tocan música tropical para bailar y sus espectaculares juegos de luces tienen un puesto de honor en sus presentaciones. Sonido La Changa, Sonido Cóndor o Sonido Sonorama son bastante famosos.
Esta cultura de música tropical bailable conocida como “la pequeña Colombia” entre los círculos sonideros, está arraigada en los barrios de Peñón de los Baños, cerca del aeropuerto, así como en el barrio central de Tepito. Durante los sesenta y sesenta, estas zonas eran famosas por su contrabando, en una época en la que México seguía siendo una economía cerrada y no era fácil encontrar productos como discos importados.
Fiel a sus orígenes, la música sonidera es tanto internacional como latina y está dirigida a una clase trabajadora. Una estética retrofuturista impregna esta cultura, como bien lo demuestran su sonido de luces, audio de alto voltaje y destreza técnica, es el portal eléctrico al universo más amplio de la cultura latinoamericana. Si bien en sus países de origen estilos latinoamericanos como la cumbia y el ballenato son rurales, en México son muy urbanos. Las modas internacionales llegan primero a la ciudad, sobre todo a la capital.
Los bailes tienen un ambiente de fiesta de barrio, son una expresión de la identidad del barrio. Casi siempre son gratuitos y los organiza algún vecino o comité vecinal. Los dj intervienen mucho en la música, como mc. Se podría decir que estos bailes son una forma barata de reemplazar a las bandas. Como los sonideros son de clase trabajadora, están activos en colonias de clase trabajadora, las cuales suelen ubicarse en la periferia.
Rap cholo: Valle de Chalco
La cultura chola llegó a México desde Estados Unidos gracias a la deportación. Es muy frecuente encontrar mexicano-estadounidenses deportados y radicados a la afueras de la ciudad, perdidos, aburridos y de algún modo frustrados en una cultura ancestral de la que ahora se sienten alienados. Los migrantes a Estados Unidos provienen de familias rurales, pobres, y salen en busca de mejores oportunidades, su perfil es similar al de los migrantes del México rural a la ciudad. No sorprende que los deportados terminen en la periferia y no en el centro de la ciudad.
Los retornados traen consigo la cultura de las pandillas de Estados Unidos, lo cual es un atractivo para la juventud urbana. El rap como género musical tiene ciertas ventajas. Primero, es fácil interpretarlo en contextos sociales pequeños. Pones un cd con los beats de tu preferencia y empiezas a rapear sobre la pista. Como tal, se mezcla bien en una fiesta. También puedes cantar sentado en el metro o caminando en la calle. No requiere equipo costoso. Se presta para un contexto de pandillas por la sencilla razón de que no es necesario cargar con instrumentos costosos, el acompañamiento lo puede prestar un estéreo. Por otra parte, no es fácil y se requiere talento para hacerlo bien.
Un tema central del rap cholo o inspirado en esta cultura, es la colonia, el barrio, elemento identitario central de las pandillas callejeras. Al final, una pandilla callejera, o klika para los cholos, es una unidad territorial. Algunos nombres que muestran esas referencias son klika Valle Psycho, en vez de Valle de Chalco, o klika Ecateloko en vez de Ecatepec. El tema más recurrente del rap de la periferia es la afirmación del orgullo y la destreza, junto con un sentido de territorialidad, un mensaje dirigido a posibles invasores. Quizá por esta misma razón es raro ver publicidad de conciertos de rap. Como toda subcultura, florece entre grupos pequeños, que en este caso están unidos por vínculos culturales y territoriales precisos, en tanto la ciudad se mantiene ajena.
Bandas indígenas: Milpa Alta
Un evento musical característico del extrarradio, aunque no se limita a ese contexto, son las fiestas de las comunidades indígenas para celebrar al santo de su pueblo de origen. Durante estas fiestas se toca la música del pueblo de origen. Los migrantes indígenas son una comunidad habitual en la periferia, a veces proceden del mismo pueblo y grupo lingüístico, y se congregan en un mismo barrio.
En una ocasión, en Santo Tomás Ajusco se les proporcionaron instrumentos a los miembros de la banda para que tocaran en su poblado mixe de Oaxaca. Aunque no es un evento estrictamente indígena, la música de Chimalhuacán durante el carnaval es específica de su desfile y se remonta al siglo xix. Incluso en Chimalhuacán hay colonias de comunidades indígenas migrantes de Oaxaca y el Estado de México.
Cuando uno camina por estas colonias, se parecen a cualquier otra, no hay ningún rasgo particularmente indígena, no obstante, casi todos sus habitantes provienen de algún otro lugar o grupo cultural de México.
Lo que conforma una cultura es la combinación de elementos. Así como los hip-hoperos necesitan rap, música, grafiti, breakdancing y dj para expresar su identidad cultural, estas fiestas indígenas requieren baile, comida, música y ceremonias religiosas. Pese a que estas tradiciones culturales tenaces sortean muchas adversidades, son estáticas porque necesitan ser idénticas a las de las comunidades de origen para acompañar los bailes adecuadamente.