8. Poros

Casi todo en la ciudad de México procede de otro lado. El único recurso que realmente se produce a nivel local son los seres humanos. Así que la ciudad debe ser porosa para sobrevivir. En la periferia se identifican con más facilidad estos “pasajes de materia” que entran y salen de la ciudad. En estos puntos también residen sus mayores vulnerabilidades. La ciudad respira mediante estos poros, cuando dejan de funcionar, se asfixia.

Gran Canal: Ecatepec

Alguna vez, corrían cuarenta riachuelos por las montañas y desembocaban en los lagos del Valle de México. Aún existen, se ocultan en los túneles de concreto. Veintitrés de estos ríos provienen del oeste, en donde hay agua y abundancia. Sólo ocho proceden del este, una zona árida y pobre. La mayoría llega a la ciudad desde el sur. Debido a que la ciudad es una cuenca, para salir, el agua necesita que se le encauce para evitar que forme lagos en las calles abarrotadas.

Existen dos formas para drenar el agua de la cuenca de la ciudad de México. Una de ellas es por medio de los túneles subterráneos del sistema de drenaje profundo que sale por Nochistengo, al norte del Valle. La segunda es parcial, a través de la superficie, por medio del Gran Canal, el drenaje terminado en 1900 bajo la supervisión del presidente Porfirio Díaz.

En primera instancia, el Gran Canal se usa en temporada de sequía, cuando el sistema de drenaje profundo está cerrado por mantenimiento. El canal ha perdido buena parte de su capacidad porque alguna vez dependía de la gravedad para acarrear el agua de la ciudad. El hundimiento de la ciudad ha cambiado la pendiente y ahora para operar a su máxima capacidad, el agua debe bombearse hacia delante.

A medida que se aleja de la ciudad, el gran canal parece casi un cañón debido a sus diques altos y las aguas residuales burbujeantes que lo atraviesan. Uno de los problemas principales del agua en la ciudad México es que el agua de lluvia y las aguas residuales comparten el sistema de drenaje, con lo cual el agua de lluvia se contamina al momento de tocar tierra.

Salida de la carretera a Puebla

La ciudad de México es una excepción entre las megalópolis del mundo pues se encuentra al interior del país, lejos del mar. Eso significa que prácticamente todo se trae por tren, carretera o aire. De estos tres métodos de transporte para entrar a la ciudad, el más importante es el terrestre, por cinco autopistas de cobro: a Pachuca y Querétaro, al norte; Toluca al oeste, Cuernavaca al Sur y Puebla al sudeste. Los fletes de China llegan vía la autopista México-Querétaro. Las importaciones del este de Estados Unidos entran por la carretera México-Pachuca.

La carretera a Puebla concentra más tráfico. Los fletes provenientes del puerto de Veracruz entran por la autopista México-Puebla. Y en el fondo de antiguos lagos al sudeste han surgido asentamientos importantes como Ciudad Nezahualcóyotl, Valle de Chalco, Chalco e Ixtapaluca.

Estas autopistas de cobro corren paralelas a antiguas carreteras. Si bien las autopistas de cobro acortan franjas amplias de territorio, en las ciudades, las carreteras se convierten en avenidas principales que en apariencia ofrecen acceso sencillo al centro de la ciudad. En el caso de la carretera México-Puebla, su extensión, avenida Ignacio Zaragoza, desemboca en el centro de la ciudad y está alineada por cincuenta años de asentamientos informales.

El punto de entrada de una carretera a la ciudad siempre es un lugar de oportunidades económicas. Todo el que vive en el campo que entre a la ciudad debe cruzarlo. Naturalmente, es deseable abrir el primer taller mecánico o farmacia. La periferia es el último sitio en donde los camiones se pueden estacionar sin problema antes de entrar en la cuadrícula urbana. Si sales de la ciudad con dirección a la autopista sinuosa de Puebla, querrás revisar los frenos de tu coche en Ixtapaluca, en el extrarradio. En el punto que una autopista deja atrás una ciudad, se genera actividad económica, lo cual en cambio impulsa todavía más al exterior el crecimiento de la periferia.

Entrada del tren: Lechería

En el extrarradio a veces se escucha la sirena de los trenes a medida que se acercan a la ciudad. Las vías dejan la ciudad desde Valle de Chalco, Ecatepec, Tultitlán y Cuautitlán Izcalli. Pantaco, la estación central de carga en donde convergen todas las líneas, se ubica en Azcapotzalco. Al sudoeste de la ciudad no hay vías activas, debido a que la línea hacia Cuernavaca ahora es una ciclopista y la conexión entre la ciudad y Acapulco nunca se concretó.

Dos compañías controlan los trenes de carga en México: Ferromex y Ferrosur. Todas las vías ferroviarias deben pasar por la ciudad para hacer conexión. La concesión de la ciudad es de Ferrovalle, una empresa que forma parte de las anteriores. Las vías hacen curvas peculiares en el paisaje urbano. La estación de carga en Pantaco, con sus pilas de contenedores, es el corazón de las actividades ferroviarias de la ciudad.

Al norte de Pantaco se encuentra Lechería, en donde migrantes centroamericanos esperan en las vías, intentan abordar los trenes de mercancías. La colonia irónicamente denominada Urbanistas, justo arriba de las vías en un cerro en Sierra de Guadalupe, tiene muy mala reputación. Más abajo, por las vías, las unidades de viviendas de Cuautitlán están plagadas de grafiti cholo. De algún modo, los trenes lentos que cambian de vías en el depósito parecen atraer problemas.

Los principales productos que llegan a la ciudad de México por tren son el maíz y el cemento. Los trenes también llevan contenedores vacíos de vuelta a los puertos y hacia las vastas redes de transporte globales.

El aeropuerto

La ciudad de México es uno de los pocos lugares en donde es posible saber tu ubicación al mirar los aviones, casi cada minuto aterriza uno. Si vuelan alto y en línea recta, estás al norte de la ciudad. Si descienden formando una curva, estás al sur. Y si los escuchas rugir justo encima de tu cabeza, estás en el este. El Aeropuerto Internacional Benito Juárez se encuentra entre el lago de Texcoco y la ciudad de México.

Las principales rutas internaciones de pasajeros de este aeropuerto son Los Ángeles-ciudad de México y Miami-ciudad de México. Los principales destinos domésticos son Cancún, Monterrey y Guadalajara. El aeropuerto recibe a más de 26 millones de pasajeros al año, 33 por ciento de los pasajeros de todo México.

Más que pasajeros, el cargamento tiene un efecto mayor en el paisaje en torno al aeropuerto. De todos los fletes aéreos en México, 52 por ciento pasa por el aeropuerto. El paisaje que rodea el aeropuerto está lleno de bodegas para los fletes aéreos y las oficinas de carga aérea y agentes aduanales.

Las colonias que se concentran alrededor de las rejas altas del aeropuerto no tienen buena fama. Sin embargo, el aeropuerto les da cierto toque cosmopolita. El cerro de Peñón de los Baños, alguna vez hogar de un spa prestigioso, se eleva a un lado de las terminales. De hecho, Peñón de los Baños es el origen de los sonideros, los dj con equipo de sonido que, en los setenta, trajeron la cumbia peruana a México en discos de acetato que pasaron por el aeropuerto.

Energía: Acolman

En el paisaje urbano de la ciudad de México son frecuentes las franjas inmensas que seccionan la ciudad con filas de torres de electricidad, así como los espacios vacíos debajo de ellas. Las torres desparecen en la distancia a medida que cruzan la ciudad y el espacio que dejan debajo en ocasiones alberga mercados o parques infantiles. A veces las torres están acompañadas de avenidas, como por supuesto, Avenida de las Torres. Las torres miran hacia espacios perdidos, adaptados por las comunidades para cualquier fin que no requiera estructuras permanentes.

Sin embargo, la ley tiene límites y algunos cálculos indican que hay más de un millón de conexiones ilegales en la ciudad de México, 15 por ciento en asentamientos informales. Esto también quiere decir que estos asentamientos deben construirse cerca de los cables de electricidad si desean tener acceso a la electricidad y al uso de aparatos electrónicos.

México consume mucha electricidad, 70 por ciento de la cual no proviene de la ciudad. El empleo principal de la electricidad es la refrigeración (22 por ciento), seguido del aire acondicionado (15), la iluminación (15) y la televisión (10). De la energía empleada en los hogares de la ciudad, sin incluir los medios de transporte, 49 por ciento es electricidad y 51 por ciento gas, la mayoría del cual se utiliza para cocinar. El uso de la electricidad en los hogares está opacado por el uso energético del sector de transportes, el cual representa la mitad del uso energético de la megalópolis.

La primera vez que en la ciudad se experimentó con la electricidad, se instalaron dos luces en el Zócalo en 1880. Ahora millones destellan en todo el Valle de México como si fueran estrellas.