La ciudad de México y el Área Metropolitana es la décimo quinta economía urbana más grande del mundo. Si bien se cree que la periferia está compuesta por pueblos marginales, de hecho es muy raro encontrar este tipo de asentamientos. La pobreza en el extrarradio no es visible en términos de vagabundos ni niños desnutridos. Más bien se refleja en la falta de seguridad de cara a las emergencias repentinas, en días laborales muy largos y una ubicación inconveniente. Cabe destacar que dos de los contribuyentes más importantes al producto interno bruto de la ciudad de México —servicios de manufactura y financieros— tienen presencia dominante en la parte norte de la ciudad y en Santa Fe respectivamente.
Tiendas de abarrotes: Iztapalapa
Las primeras tiendas que surgen en las afueras de la ciudad son tienditas de abarrotes que venden cigarros y alimentos procesados no perecederos como refrescos y pastelillos industriales. De hecho, en muchas zonas residenciales de la periferia son las únicas tiendas que se encuentran. La lógica elemental de dichos negocios es que no vale la pena viajar por algunas cosas. No tienes que subirte a un camión para comprar dulces, cigarros o cerveza. En las colonias residenciales siempre habrá demanda de dichos productos, siempre y cuando se pueda llegar caminando a la tienda. Como la expansión al extrarradio está impulsada ante todo por la colonización residencial, con frecuencia pobre, la tienda de abarrotes es omnipresente.
En general, estos negocios tienen pocas ganancias, tal vez entre 3,000 y 5,000 pesos al mes. Como las empresas que comercializan los productos que ahí se venden tienen camiones con rutas complejas y operación logística muy refinada, es muy fácil abrir una tiendita. Las empresas proveen los refrigeradores para las bebidas frías. A veces dejan los productos en consignación: dejan una caja de refresco en la mañana y en la noche, de regreso de su ruta, recogen el dinero de las ventas.
Según estadísticas gubernamentales, cerca de un millón de personas en la Zona Metropolitana del Valle de México trabaja en una tiendita. Incluso a nivel mundial la tienda de abarrotes mexicana es un fenómeno excepcional. En ninguna otra parte del mundo Coca-Cola hace tal cantidad de paradas para entregar cantidades tan pequeñas de su producto. Es el mismo caso de los productos de panadería de Grupo Bimbo y las papas fritas de Sabritas. Los tres juntos conforman la columna vertebral de toda tiendita. La supremacía en el mercado de estas marcas depende en buena medida de la imposibilidad de la competencia para equiparar su capacidad para llegar a estos puntos pequeños de distribución.
Las tiendas podrían ser una especie de seguro de desempleo, representan un ingreso mínimo que está al alcance de cualquiera que tenga una ventana que dé a la calle. Por otra parte, precisamente porque el mantenimiento de la tiendita es tan sencillo, no contribuye mucho al desarrollo humano de la ciudad. A diferencia de formas de comercio especializadas en las que la gente aprende sobre productos nuevos y adquiere conocimientos sofisticados de cierto tipo de producto así como habilidades para vender, la tienda de abarrotes provee ingresos mínimos, un refrigerador y poco más.
Centros comerciales: Tecamac
Cuando una zona en los límites de la ciudad empieza a colonizarse, buena parte de los ingresos de sus habitantes se invierte en la construcción de sus casas. Las zonas siguen siendo pobres, no todos tienen coche, así que la economía no tiene suficiente fuerza para acoger un centro comercial. Sin embargo, con el paso del tiempo, a medida que las personas adquieren más experiencia profesional y terminan los componentes elementales de sus casas, es inevitable que la economía se consolide. Es el momento óptimo para que los centros comerciales entren al mercado y cuando lo hacen, supone un golpe fuerte para las tiendas pequeñas que habían surgido a nivel local para prestar servicios a barrios más retirados de la periferia.
El dinero que alguna vez permaneció en la economía local de la colonia sale disparado fuera del extrarradio a un destino central. Los centros comerciales son islas que gracias a rejas y estacionamientos enormes, se encuentran aislados de las colonias que los rodean. Por tanto hay poco derrame económico del centro comercial a la colonia en que se encuentra, salvo por los trabajos que proporciona.
La mayoría de los centros comerciales en las afueras de la ciudad proveen necesidades básicas, ropa, comida, aparatos electrónicos y cines. Algunos han comenzado a incluir instalaciones de entretenimiento y recreativas, un bar, un centro de videojuegos para los niños e incluso un bar con sala para conciertos, con el fin de volverse cada vez más autosuficientes.
Los centros comerciales de la ciudad de México también juegan un papel importante como ruta de entrada para marcas y productos globales al país. Si una marca global quiere entrar al mercado mexicano, lo natural es abrir una tienda en uno de los 185 centros comerciales de la ciudad. Los centros comerciales también son portales de la cultura global de comercio hacia la ciudad.
Producción rural: Milpa Alta
Quizá la diferencia principal entre el campo y la ciudad es que los productos de los campos a las afueras de la ciudad no entran directamente a la ciudad. Los productos agrícolas provenientes de distintas granjas primero se consolidan en centros rurales y después se transportan mediante un sistema de distribución nacional estructurado a toda la República Mexicana. Hay una ventaja clara de estar en el borde de un mercado de 20 millones de personas, sobre todo en el caso de productos especializados, en cuyo caso la frescura es una ventaja competitiva.
Milpa Alta es una de esas zonas especializadas en la periferia en donde se produce más de la mitad del nopal en México (cifras oficiales estiman que se produce en torno a 70 por ciento) en campos dispuestos como terrazas en las montañas. Las hojas del nopal son particularmente atractivas como producto comercial porque pueden cosecharse todo el año. Por las mañanas se cortan las hojas, por las tardes se llevan al centro de recolección en Milpa Alta y de ahí se distribuyen a los diferentes mercados de venta al mayoreo en todo el país, incluido el mercado para mayoristas más grande del país, la Central de Abasto, en Iztapalapa.
Un productor estimó que la venta de nopal le suponía cerca de 10,000 pesos al mes. La producción agrícola implica trabajo arduo, despertarse temprano y horarios estrictos. Sin embargo, la propiedad de la tierra y las herramientas proporcionan autosuficiencia e independencia financiera, un fenómeno cada vez más raro. El acceso directo a un mercado amplio le proporciona a los proveedores más control sobre su propia logística, a diferencia de los pueblos perdidos en las montañas que dependen casi por completo de los proveedores de servicios logísticos.
Pese a que la producción de nopal representa una parte pequeña del pib de la ciudad de México, este cultivo permite que una comunidad distintiva y estable cubra una porción considerable del territorio de la ciudad. Estas comunidades rurales también son fundamentales a la hora de mantener la continuidad de las culturas originarias del Valle de México.
Xochimilco, otra población agrícola en el extrarradio de la ciudad, también explota esta ventaja competitiva. Flores y verduras frescas, y plantas decorativas son productos que aprovechan la ventaja de la proximidad y la frescura. Además cuentan con chinampas —alguna vez considerada la mejor tierra agrícola en el mundo—, tres cosechas al año, mucha agua y fertilización constante gracias al fango de los canales cercanos a los campos.
Centros de distribución: Chalco
El principio de la logística es reunir cosas, transportarlas a lugares remotos y después llevarlas a sus destinos finales. En el caso de una ciudad con 20 millones de habitantes resulta útil que grandes empresas como Walmart o Coca-Cola tengan centros de distribución cerca de la ciudad.
Un ejemplo es el centro de distribución de Walmart en Chalco. El centro abastece los supermercados Bodega Aurrera del área metropolitana de la ciudad de México y se ubica a las afueras, bajo el cerro de Cocotitlán, en la autopista a Amecameca. Se trata de un bloque cuadrado de cemento blanco en el paisaje, debajo de los volcanes, desde el que salen tráileres llenos de mercancía con destino a la ciudad. En la ciudad, los camiones se cargan en los centros de distribución de los proveedores para que regresen cargados a Chalco.
Si bien puede que los propios choferes contribuyan a la economía de los restaurantes locales sobre la carretera, el efecto de los centros de distribución en la economía local es escaso. Debido a que los centros de distribución provocan mucho tráfico, es conveniente que se ubiquen en las afueras. Incluso el mercado de mayoristas por excelencia, la Central de Abasto, alguna vez estuvo en el extrarradio cuando se inauguró en 1982. Poco después se lo tragó la ciudad y ahora produce tráfico en el corazón de la delegación más poblada de la ciudad, Iztapalapa.
Fábricas: Cuautitlán
Es común que las fábricas se ubiquen a las afueras de la ciudad para evitar el tráfico y la contaminación. Un fenómeno interesante en la periferia es que estas fábricas se vuelven puntos geográficos de referencia y nodos del transporte público. Como dependen de la mano de obra de sus trabajadores, se construyen cerca de las zonas pobladas de la ciudad, de lo contrario, el transporte hacia la fábrica sería problemático.
Un ejemplo de una fábrica como punto geográfico de referencia es la planta de Ford en Cuatitlán, en la carretera de la ciudad de México a Querétaro. Esta planta emplea a cerca de 1,600 empleados. Dentro, robots ensamblan los coches en líneas de montaje futurista y elegantes. Líneas de colores en el piso marcan las indicaciones de los procesos de producción. Los empleados van uniformados, con cascos y gogles.
La mayoría de la industria de la ciudad se concentra en las carreteras a Pachuca y Querétaro, y culmina en Estados Unidos, una fuente importante de importaciones y destino de las exportaciones. A medida que la ciudad se traga las fábricas, crean franjas extensas de edificios cuadrados y en bloque a lo largo de las carreteras.
Cerca de 20 por ciento del producto interno bruto (pib) de la ciudad de México y el Área Metropolitana proviene de la producción, la mayoría se lleva a cabo en estos dos corredores que impulsan el crecimiento desde la parte norte de la ciudad.