El Valle de México es un hervidero de la biodiversidad. Debido a sus climas y características geográficas variadas, muchas especies ocupan distintos nichos en el paisaje. Es natural que el crecimiento de la ciudad haya absorbido estos nichos, sobre todo en las cuatro delegaciones sureñas del Distrito Federal: Xochimilco, Tlalpan, Milpa Alta y Magdalena Contreras. Xochimilco por ejemplo, alberga cerca de 300 especies de aves. En conjunto, en Estados Unidos y Canadá viven 914 especies. Y 2 por ciento de la flora y fauna mundiales se encuentran en el Valle de México. Esfuerzos de conservación en el Valle dependen de la capacidad gubernamental para controlar la construcción en la frontera sur de la ciudad.
Axolotl: Xochimilco
El ajolote es una salamandra grande que vive en los lagos y arroyos del sur del Valle de México, sobre todo en los canales de Xochimilco. Si hay una especie que represente la belleza extraña que alguna vez adornó el Valle, debe ser esta. Tiene una cresta de león alrededor de la cabeza y su rostro es ovalado, alienígena. Incluso el hecho de que se conserve en un estado juvenil por siempre —sólo crece a medias en el transcurso de su vida— sugiere un origen inmortal. Su capacidad regenerativa ha convertido al axolotl en una fuente favorita de estudio. Se trata de una habilidad útil, sin embargo, no lo suficiente para hacerle frente a una megaciudad.
Hoy en día, los canales de Xochimilco se conservan de manera artificial mediante infusiones de una planta de tratamiento de agua en Iztapalapa. De vez en cuando toda la zona se emplea como llanura aluvial cuando las aguas de los canales al este amenazan con inundar la ciudad. Poco a poco las casas cubren las chinampas, una a una, creando distritos urbanos atravesados por canales en donde alguna vez hubo campos.
La desaparición de los lagos, la contaminación del agua y la presencia de carpas y otros peces que se comen los huevos de salamandra, han erradicado casi por completo este animal que nunca da el paso hacia la adultez. Sin embargo, la vida de esta salamandra nunca ha sido fácil, ya que los aztecas también la comían.
En todo caso, los ojos de estos animales delicados parecen reflejar algo casi profético. Algún día en el futuro será inevitable el retorno de los lagos y la naturaleza retomará el control sobre el Valle de México. Quizá, en algún lugar entre las ruinas del lago, estos animales cazarán sus presas entre las sombras.
Pinos
En el imaginario mundial, México es la tierra de los cactus y bosques tropicales. Sin embargo, en realidad pareciera ser el país de los pinos. Según científicos, 37 por ciento de todas las especies mundiales de pinos se encuentran en el país, es decir, 35 especies. De estas, 10 crecen en el Valle de México. Es decir, un poco más de 10 por ciento de todas las especies mundiales de pinos. Las montañas en torno al valle están cubiertas de pinos.
Las cordilleras internas de los cerros Sierra de Santa Caterina y Cerro del Pino ya no tienen pinos. En las zonas elevadas de Sierra de Guadalupe hay pocos. En cambio, las cordilleras al sur y oeste de la megalópolis están cubiertas de ellos, sobre todo de oyamel y pino Moctezuma. Al sur, la periferia desparece entre los pinos.
A principios del siglo xx y según instrucciones del arquitecto Miguel Ángel de Quevedo para combatir la desertización, se plantaron eucaliptos en las pendientes bajas de los cerros en las zonas más pobladas de la ciudad. En las zonas más altas hay pirules en medio de las llanuras y robles en zonas más húmedas. En áreas más silvestres en las cimas de las montañas, los pinos sustituyen los robles.
La madera del pino no es muy valiosa, es inadecuada para la construcción y la elaboración de muebles. Sin embargo, los bosques son presa de deforestación irregular, con frecuencia el único recurso de los habitantes pobres de la montaña. La venta progresiva de los bosques conlleva poco a poco a la desecación del valle y a la desaparición de sus acuíferos.
Chichinautzin
El corazón de la biodiversidad en el Valle de México es el volcán de Chichinautzin, en la carretera a Cuernavaca, a unos diez kilómetros de la frontera de la ciudad. El volcán es amplio y bajo, y tiene un cráter pronunciado. Debido a que es un volcán relativamente joven (10,000 años), no ha erosionado y la lava sigue tan pronunciada como cuando se solidificó.
La diversidad del Valle de México se debe a sus microclimas. Uno imagina que la biodiversidad implica ver muchas especies al mismo tiempo, como un bosque tropical superabundante. Sin embargo, a medida que gana altitud, el Valle está compuesto de fragmentos de distintos microclimas. Así que la vegetación cambia con frecuencia en zonas pequeñas. Palmeras, cactus, pinos y agaves se van sustituyendo continuamente.
Las planicies de lava del Chichinautzin son tan pronunciadas que es imposible cortar árboles ahí. Los árboles crecen entre la lava. Musgo fluorescente cuelga de las rocas y los tocones de los árboles. La cima del volcán está cubierta por una cuesta pronunciada poblada por pinos. El cráter es un tajo escarpado e irregular en la piedra elevada, sus faldas están tapizadas de un claro de árboles oscuros. Al sur, cientos de metros de roca desnuda y negra separan el cráter de una torre de comunicaciones.
Halcones cola roja planean por la cima del volcán y lagartos se escabullen por la orilla. Debajo se extienden los bosques de Milpa Alta y Morelos, salpicados de campos y fraccionados por caminos de terracería. Al centro, las riquezas incalculables de la biodiversidad del Valle de México.
Maguey pulquero
Cuando el Valle de México comenzó a secarse después de la Conquista, la vegetación cambió. Según Charles Gibson, los bosques le cedieron el paso a los matorrales y los agaves. El cultivo del altísimo agave pulquero (agave salmiana) se volvió imprescindible para la población indígena que buscaba ahogar su miseria en el alcohol.
Estos agaves gigantes alcanzan un diámetro de hasta cinco metros y se encuentran en los prados de las zonas más áridas del este y norte del Valle de México. Forman setos y cuando es temporada, lanzan tallos enormes hacia el cielo llenos de flores y semillas. Se pueden encontrar con facilidad en Ixtapaluca y Tecemac.
Según el científico Park S. Nobel de la Universidad de California campus Los Ángeles, estos agaves maduran a los 8 o 12 años de edad y son las mejores plantas para capturar dióxido de carbono en la atmósfera puesto que crecen rápido y requieren poca agua. Además de que su alcance incrementará debido al cambio climático, tendrán un papel importante para compensar las emisiones de carbono.
El pulque se obtiene al cortar una jícara en el corazón del maguey y dejar que el líquido depositado en la cavidad fermente, con lo cual se produce un líquido dulce y gelatinoso. En la era prehispánica fue la bebida alcohólica por excelencia y se presenta en muchos grados y variedades. Su uso ilimitado era un privilegio de otros tiempos, antes de que la observancia religiosa lo regulara estrictamente. Aún se bebe con frecuencia en muchas zonas rurales de la periferia.
Volcanes
No hay nada más característico en el Valle de México que sus volcanes, comenzando por los majestuosos Iztaccíhuatl y Popocatépetl que sobresalen al sudeste del valle, cada uno a más de cinco kilómetros sobre el nivel del mar. Sin embargo, hay muchos otros que salpican la periferia sur. La Caldera, sobre el metro La Paz en Los Reyes, alberga un cráter inmenso con prados y un par de ranchos. Su acceso por transporte público es quizá el más fácil de todos. Otro volcán pequeño y precioso es el Teuhtli, que separa Milpa Alta de las chinampas de Tláhuac y Xochimilco. Cerro de Guadalupe en Sierra de Santa Catarina es el volcán más grande de la megalópolis, se levanta imponente sobre Iztapalapa.
Quizás el volcán más peculiar y característico sea el de Xico, ubicado en lo que era el lago de Chalco, entre la aglomeración de concreto de Valle de Chalco. El volcán es muy bajo y tiene un cráter amplio y de poca profundidad lleno de prados de maíz. En esta zona los mexicas de Tenochtitlan obtenían su maíz. México significa “el ombligo de la luna”. Y según la tradición local, de este pequeño volcán proviene el “xico” de México.
Estos volcanes son parte de un acceso neovolcánico que atraviesa México de este a oeste. Pertenecen a la familia entre cuyos miembros se cuentan Pico de Orizaba y Malinche, hacia el Atlántico, y el Nevado de Toluca y Pico de Colima hacia el Pacífico. El surgimiento de estos volcanes en el Holoceno es lo que convirtió al Valle de México en una cuenca pues bloqueo el flujo del agua proveniente del sur.
El paisaje al sur de Iztapalapa y Milpa Alta está salpicado con volcanes de diversos tamaños, un milagro geológico. Gracias a ellos, el paisaje parece una criatura viviente. Su excavación para obtener grava es una tragedia nacional.